Los fenómenos extremos provocan la pérdida de cosechas.
Hemos podido comprobar en estos últimos meses como los fenómenos extremos provocan la pérdida de cosechas, inundaciones, sequías, granizadas… causando graves daños al sector primario.
Agricultores y ganaderos son los mayores perjudicados por las consecuencias del cambio climático pero paradójicamente estos sectores son uno de los mayores productores de gases de efecto invernadero y causantes de la falta de agua y calidad de la misma.
La extracción de agua mediante pozos ilegales y la contaminación por nitratos en algunas zonas del país se suman a la problemática del cambio climático, entrando en una espiral de retroalimentación muy difícil de solucionar.
Todo parece indicar que no será posible una transición energética, tan necesaria para la reducción de gases de efecto invernadero, si seguimos manteniendo el actual sistema alimentario.
La huella ecológica en España
El concepto «huella ecológica» surge como un indicador de sostenibilidad que trata de medir el impacto que nuestro modo de vida tiene sobre el entorno.
Para España, por ejemplo, se ha calculado una huella ecológica de 4.0 ha por habitante. Teniendo en cuenta que nuestra capacidad de carga es de 1.5 ha, obtenemos un déficit ecológico de 2,5 hectáreas per cápita.
Esto significa que los habitantes de los países desarrollados estamos viviendo por encima de las posibilidades de regeneración ecológica y apropiándonos de los recursos de otros países en vías de desarrollo.
Este tema se puede ver agravado en un futuro nada lejano, ya que los fenómenos extremos provocan la pérdida de cosechas en nuestro país y esto nos llevará de manera irremediable a una mayor importación de productos básicos de terceros países.
Varios estudios afirman que la huella ecológica alimentaria es superior a la mitad de la huella total de nuestro país y está calculada en torno a las 2.2 ha.
¿Qué supone producir alimentos a este nivel?
Producir alimentos con una huella de 2,2 ha supone:
- En plena era de escasez energética la innecesaria combustión diaria de más de 100 millones de kg de Diesel Eq (116.279.069,76 millones de litros).
- El envío de un tercio de las emisiones de CO2 Eq (82,56 millones de toneladas emitidas en España en 2020).
- A utilizar hasta el 70% del agua dulce disponible en plena época de sequía.
- En plena crisis de biodiversidad se emplee una superficie de cultivo cuatro veces mayor a la que necesitamos.
- A fomentar más la desigualdad debido al elevado coste de la alimentación.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
La globalización del sistema alimentario empezó en los años 60 del siglo pasado. El alimento cayó en grandes grupos alimentarios que no atendieron a los requerimientos termodinámicos y pensaron que las nuevas tecnologías junto a energía barata era lo mejor para sus negocios.
Hasta los años 50/60, para completar una dieta de 2.500Kcal se empleaban para su producción entre 700 y 1.000Kcal, hoy se emplean entre 20.000 y 25.000 Kcal.
Malgastando grandes cantidades de diésel, electricidad y del gas importado.
Solo el transporte genera una cuarta parte del gasto energético en el conjunto agroalimentario.
¿Qué consecuencias trae todo esto?
Este malgasto de energía marca la dieta que consumimos todos los días.
Tóxicos que no vemos en nuestra ingesta diaria, como los producidos de la combustión de 2.2 kg de diésel, el uso de 3.500 lts de agua, los 7kg de CO2 Eq generados, un exceso calórico de 3.300kcal, a tirar a la basura 28Kg/año de alimentos, al uso de cuatro veces más de tierra de cultivo de la necesaria, a un aumento del 60% de la morbilidad.
Este sistema agroalimentario además nos dirige hacía lo que debemos comer, primando el cultivo más lucrativo en sus negocios, en decremento de las variedades autóctonas. A todo esto, además, hay que sumar la generación de ingentes cantidades de residuos plásticos derivados del sobre envasado que realizan.
El plástico ha inundado nuestra vida diaria, su creciente producción y uso amenazan con contaminar cada rincón de nuestro planeta.
La degradación de estos plásticos amenaza con contaminar nuestros campos, acuíferos, balsas y ríos, destino final de muchos de ellos. Perjudicando seriamente la salud de los ecosistemas acuáticos, la supervivencia de las especies que los pueblan y a nuestra propia salud, introduciendo en nuestra cadena alimentaria parte de estos residuos en forma de microplásticos.
¿Qué podemos hacer?
No es fácil alejarse de un sistema de mercado planteado para producir y para vender. Un sistema controlado por los sectores económicos que no se preocupa por los más desfavorecidos y que fomenta la desigualdad.
Pero sí que podemos ir realizando pequeñas acciones, encaminadas en cambiar nuestros hábitos de consumo y ser más sostenibles con nuestro planeta.
La mejor de las opciones es reducir, reducir y reducir el consumo sobre todo de plástico en nuestras compras diarias.
En definitiva cumplir las 7Rs del consumidor responsable. Haciendo hincapié que el derroche continuo de recursos es inasumible en un mundo finito.
- Reflexionar, pensar un poco antes de adquirir un nuevo producto y su impacto en el medioambiente.
- Reduciendo nuestro consumo de carne.
- Comprando la comida a granel, evitando los envases de plástico.
- Evitando comprar agua embotellada, bebiendo agua del grifo siempre que sea posible.
- No utilizando globos ni brillantinas en fiestas y celebraciones.
- La higiene mejor sin plástico, jabones y champús sólidos y de composiciones naturales.
- Reduciendo la compra de ropa. Huyendo de la “Fast Fashion”.
- Comprando mejor con bolsas reutilizables.
- Optando por envases rellenables.
- Reparando los electrodomésticos y dispositivos electrónicos.
- Dejando fuera de la cesta de la compra los productos tóxicos no biodegradables o no reciclables.
- Deshaciéndose de todo eso que ya no usamos de forma responsable, usando los contenedores de reciclado y los puntos limpios.
Y si quieres ir un poco más allá:
- Comprando y/o colaborando en mercados cooperativos donde cualquiera puede realizar su compra semanal de forma ecológica, asequible, responsable y saludable.
- Participando en proyectos de economía local resiliente donde se aúna la producción agrícola, la transformación y la distribución de alimentos a nivel local.
SABER MÁS
- Con el actual sistema alimentario, no hay transición energética posible.
- Nuestra huella ecológica
- Análisis de la huella ecológica de España
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