La Isla de Pascua -o Rapanui, en la lengua local-, situada en el corazón del Océano Pacífico, se ha levantado en pie de guerra contra un invasor silencioso que está causando muchísimo daño al ecosistema y, por consiguiente, a sus habitantes. La batalla se da con protocolos -basados en sus leyes ancestrales- que han pasado del respeto al medio ambiente a la activa y férrea defensa de la naturaleza
Rapanui es un polo de atracción para turistas del mundo entero que llegan a conocer la cultura ancestral de la etnia que habita la isla: el pueblo Rapanui. Ese pueblo es el que ha resguardado por siglos uno de los más grandes misterios de la Polinesia: la construcción en material volcánico de estatuas de piedra gigantes, con forma humana.
Los más de 900 “Moáis” se encuentran diseminados a lo largo y ancho de toda la isla cuya población alcanza a unos 8.000 habitantes, que habitan una superficie de 167 km². Isla de Pascua pertenece a Chile y en 1995 fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Con una extensión de 57,9 millones de hectáreas, Isla de Pascua se encuentra en el área marina y costera protegida más grande de América Latina. Por su aislamiento del continente, posee especies únicas en el mundo y, por ello, se creó esta inmensa área marina con el propósito de proteger al Delfín nariz de botella, el jurel negro, el tiburón mango, las ballenas azules, las varias especies de corales y una gran variedad de aves endémicas de la Isla.
Pero hoy no son solo esas especies las que se deben proteger. Un enemigo letal ha llegado a invadir sus costas y a intoxicar a sus habitantes: los deshechos de plástico y otros residuos. El pueblo Rapanui no se ha quedado observando el deterioro acelerado de la naturaleza, uno de sus bienes más preciados.
En esta entrevista, Ludovic Burns Tuki, director ejecutivo de la organización comunitaria Te Mau o Te Vaikava (Mesa del Mar), que trabaja en conservación marina de Rapa Nui, nos detalla la épica batalla que han emprendido.
De origen Paumotu y RapaNui, Ludovic Burns Tuki es un apasionado del mar, dive master Padi y surfista. Es reconocido en la Isla por su aporte social y cultural. Fue secretario ejecutivo del Consejo Público-Privado de RapaNui y director ejecutivo de la Mesa del Mar.
Su principal logro (según el relata) ha sido trabajar para la creación de un área marina protegida, acuerdo firmado por el gobierno de Chile el 27 de febrero de 2015, bajo la administración de la Presidenta Michelle Bachelet.
Ese acuerdo permite desde entonces resguardar la pesca artesanal ancestral y deportiva con prácticas sustentables, dejando un legado para las futuras generaciones; y también la restricción de barcos de pesca Industrial: de 82 barcos mensuales en 2017 se pasó a 17 en los últimos años.
¿Cómo es que Isla de Pascua, a pesar de encontrarse a 3.500 kilómetros del continente, tiene un gran problema de contaminación de plástico?
Ludovic: La isla de Pascua o Rapa Nui, como le llamamos nosotros, que en nuestra lengua quiere decir Isla Grande, se encuentra en el Giro del Pacífico Sur, una corriente circular que trae hasta aquí una gran cantidad de basura plástica. La corriente de Humboldt al llegar a la Isla hace un giro y deposita los deshechos tirados al mar en las costas de Chile y Perú, mucha de esta basura llega en deshechos grandes, otra de manera imperceptible al ojo humano: en micro plásticos.
Pero para ponerte en contexto, esto es algo que empezamos a denunciar en 2014, cuando más de 23 organizaciones, junto con la Municipalidad de la Isla, creamos el Cabildo del Mar con la participación de 333 personas de la comunidad Rapa Nui, pescadores, surfistas, agricultores.
En ese momento nos sentamos para hablar sobre la gran contaminación que hace tiempo veníamos notando. De esta mesa, salieron cinco conclusiones y la convicción de que se hacía imperativo tomar una decisión.
La corriente de Humboldt al llegar a la Isla hace un giro y deposita los deshechos tirados al mar en las costas de Chile y Perú, mucha de esta basura llega en deshechos grandes, otra de manera imperceptible al ojo humano: en micro plásticos.
¿Cuáles fueron esas conclusiones?
Generar mayor educación, mayor fiscalización a la pesca industrial, crear un área marina protegida que garantizara los recursos a nuestro pueblo; devolver a nuestro pueblo, por parte del gobierno central de Chile, las leyes ancestrales para administrar el cuidado de nuestra tierra y ecosistema y, por último, la creación de un organismo que se encargara de llevar adelante estos temas. Así fue cómo nació la organización comunitaria Te Mau o Te Vaikava.
A diferencia de otros lugares donde se lucha contra la contaminación del plástico en playas y fondo marino, ustedes la combaten respetando las leyes ancestrales. ¿Podría describir cómo y porqué lo hacen?
Para nosotros como pueblo rapanui es muy importante que todo lo que hagamos respete las leyes de nuestros ancestros. Y más cuando se trata de restablecer el equilibrio y protección de nuestra tierra, nuestros animales y ecosistema.
Todo esto no se puede hacer sin respetar los Tapu, término que define lo sagrado y lo prohibido en nuestra sociedad. Para que lo entiendas si, por ejemplo, nosotros debemos limpiar una zona del mar y cuando nos sumergimos encontramos un pez que está desovando, esa zona automáticamente debe ser dejada en paz. Es decir, no se puede intervenir hasta la próxima luna. Eso se hace para proteger la especie y darle tiempo de desovar.
Nuestra lucha contra la contaminación del plástico debe ser regulada por nuestras leyes y, por eso, lo hacemos de una manera que para quien no es de la Isla le puede costar entenderlo.
La batalla se da con protocolos -basados en sus leyes ancestrales- que han pasado del respeto al medio ambiente a la activa y férrea defensa de la naturaleza.
¿Me podría dar otros ejemplos de esos protocolos ancestrales que aplican en Isla de Pascua?
A la hora de realizar la limpieza hay que saber por donde pasar, donde pisar, qué remover y qué devolver al medio ambiente. Hay varios sitios arqueológicos, y sitios sagrados como los AHU, o plataformas ceremoniales que se deben respetar. Hay otros lugares en que se debe conservar la biología y el ecosistema. Si en la limpieza tú vas a mover una piedra, y descubres que debajo de esa piedra vive todo un ecosistema, hay que respetarlo y protegerlo. Si encuentras algunas conchitas, esponjas, cangrejos, debes devolverlas para protegerlas del sol. Son varios protocolos que nosotros hemos implementado para realizar la limpieza de la contaminación.
Hay otros lugares que presentan una dificultad mayor, lugares que no son accesibles a todo público y para esos sitios recurrimos a UMANGA, la colaboración y solidaridad mutua. En las zonas de playas, para la limpieza de residuos plásticos, usamos unos cedazos donde se cuela la arena y se retiran solo los residuos, el resto se deja en el mismo lugar.
Para la limpieza en el mar de los micro plásticos, usamos un sistema de arenero: unos bidones que recogen el agua y muchas veces esta viene con rocas, conchas, incluso pueden venir con algún pez. Todo eso se devuelve al agua, y se filtran los micro plásticos. Es un trabajo arduo, necesita mucha mano de obra, mucha paciencia y respeto.
Uno pensaría que con esos protocolos que ustedes usan se hace menos eficiente la limpieza y se tarda más en conseguir objetivos
Mira para todo esto se necesitan medios, pero con la ayuda de dos ONGs, Pew Bertarelli Ocean Legacy y Parley, con dos limpiezas mensuales y en un lapso aproximado de un año y medio hemos acopiado más de 10 toneladas de plástico, redes, cordeles, bandejas. Y hemos detallado que el 70% de los residuos que limpiamos, vienen de la pesca industrial. Y con la experiencia vamos profesionalizado el tema de la limpieza, en el sentido de que es utópico decir que vamos a limpiar toda la costa. Eso es imposible.
Hay una llave que no va a parar: la llave que produce el plástico y no esta en nuestras manos poder cerrarla. Entonces, nuestro objetivo es la limpieza y la creación de conciencia con educación para atacar la raíz del problema. Y hemos empezado a generar esa conciencia desde lo local, enseñando que la solución no está solo fuera, está también desde dentro. No podemos consolidar la idea de que son las empresas las que nos contaminan y quedarnos de brazos cruzados.
Mire, hay dos tipos de personas en este planeta. Los que siempre tienen excusas y se quedan en la crítica, pero sin reaccionar; echándole la culpa a los vecinos, a la Municipalidad, a las empresas, al gobierno; por lo tanto, yo no hago nada, no es mi problema. El otro tipo de persona es el que sabe que no va a salvar el mundo, pero se hace responsable de lo que le toca, y actúa, se motiva y ayuda en lo que esta a su alcance. Por eso hoy nuestra organización está enfocada en el programa “HOHONU”.
¿Qué significa “Hohonu” y qué prácticas implica?
Hohonu significa profundidad. Porque lo que se está contaminando es el espacio y cuna de las pequeñas y grandes especies. El programa crea un protocolo cultural y medio ambiental enfocado en el respeto biológico de las especies que estamos contaminando por no hacernos responsables. Y se parte desde lo más cotidiano, enseñando tips para ir parando con la contaminación desde uno mismo. Por ejemplo, cada vez que tú usas una botella reutilizable, es una botella de plástico menos. Cada vez que vas al negocio con una bolsa de tela, es una bolsa de plástico menos. Todas estas pequeñas cosas ya son un aporte que tú estás haciendo en favor del medio ambiente.
Dar estos pequeños mensajes positivos para que no sientan que trabajar por el medio ambiente es una tarea pesada, cansadora. Tiene que ser algo entretenido, que haga sentirse bien, para que niños y adultos, sientan la sostenibilidad como algo que me hace bien, que me gusta ayudar para la salud del planeta. Así, se avanza más rápido, tal vez no como a uno le gustaría ni en los tiempos que uno espera, pero se avanza. Eso es lo importante, y se va creando conciencia responsable.
HOHONU: significa profundidad. Porque lo que se está contaminando es el espacio y cuna de las pequeñas y grandes especies.
¿Qué otros ejemplos de cuidado del medio ambiente se pueden llevar a colegios?
Tenemos varios tips que se enseñan en los colegios e incluso se va a las empresas para entregarlos. Partiendo por cómo utilizamos los recursos del día a día. Estas en una pieza y cuando sales, apagas la luz; el celular ya se cargó, desconectas el cargador. Calientas agua, y la guardas en un termo para cuando vuelvas a necesitar no tengas que volver a usar una fuente de calor. Ese es parte de nuestro objetivo con el programa “Hohonu”. Porque si lo hace el adulto, después lo van a repetir los hijos y los nietos. Estaremos creando una sociedad más respetuosa con el planeta.
En este mundo donde hemos sido contaminados con varios virus, tratemos de crear el “Virus de la responsabilidad” para que este virus contagie toda la sociedad.
¿Qué hacen con toda la basura plástica que se recoge? ¿Dónde va a parar para que no vuelva en unos años más a engrosar la contaminación?
Tenemos unos contenedores donde vamos acumulando lo que se recoge y de ahí vamos sacando lo que podemos trabajar con una mirada de economía circular. Es decir, nosotros tratamos de verlo no como basura, si no como un “error de diseño”. Ese es el concepto. Y con un nuevo diseño nosotros le daremos una nueva vida a ese residuo. Y creamos arte enfocado a los adultos y los niños. Y nos ha ido muy bien, transformando, por ejemplo, las boyas plásticas de los barcos en arte que se vende en la misma Isla a los turistas.
El resto de los residuos que no podemos rediseñar lo enviamos al continente para que ya se pueda reutilizar con métodos más sofisticados de reciclaje. También, a través de los programas educativos que hemos generado, hay varios grupos de jóvenes que participaron en un “Congreso de Ciencia escolar”, y realizaron un estudio e investigación para saber de dónde vienen esos deshechos plásticos, cuáles son las empresas que los originan y los países de donde provienen.
A algunas empresas se les ha mandado cartas para advertirlos de la contaminación que están produciendo, que viaja miles de kilómetros hasta nuestras playas. Hemos sacado redes de pesca gigantes, donde quedan atrapadas muchas especies perdiendo la vida. Y para eso contamos con la ayuda de la Armada de Chile, ubicados aquí en la Isla.
Foto portada: Claudia Martínez
Isla de Pascua fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en diciembre de 1995
2 comentarios
Muy buen artículo, propositivo de acciones, pone en evidencia la urgencia de la acción pero también el desastre que algunos siguen causando, desde la macro y lo micro, como la basura que se vierte en el mar por las grandes empresas o industrias, pero también por las personas que no ven la gravedad de dejar una bolsa o una botella donde nunca ha debido llegar. Motivador ejemplo de Ludovic, felicitaciones por el artículo Gustavo. Lo bueno también puede ser noticia.
Muchas gracias por tus palabras Hernán.
Esperemos que con esta nueva serie de artículos que llevamos idea de publicar, podamos llegar a muchas más personas y despertar en ellas esa conciencia medioambiental que nos comentas.
Un saludo.